Alma fracturada

Estuve durante un rato andando por esa calle, mirando las arruinadas casas. El frió vibraba en mis huesos y se escuchaba el ansiado viento maltratando las hojas de los inexistentes árboles. Los lamentos retumbaban en las esquinas y las ánimas que quedaban me miraban y se reían.

Nadie me miraba desde lejos, pensando en mi. Después de ver más de mil ocasos, Nadie se puso enfrente, me miró y me besó. Los tiernos y cálidos labios dieron paso a un helado y cortante aliento. No conseguía ver la cara de Nadie, sus ojos estaban vacíos y su piel estaba bañada en una fina capa de tristeza y muerte. Mientras Nadie convulsionaba, la desesperación me hizo cogerle, poner mis manos sobre las suyas. Al hacerlo, los espíritus allí invocados soltaron gritos desgarrados, el nexo de la vida estaba abierto y les dolía. Nadie se iba consumiendo en mis manos, desvaneciendo. Su boca pronunció "bésame y dame tu alma" y empezó a absorber de mi boca una potente luz blanca. De repente nada...

Desperté, ya no estaba Nadie, solo consiguió quitarme parte de mi alma, así que no me quitó lo mas preciado pero yo necesitaba recomponerme. Una sensación de tranquilidad se apiadó de mi, el amanecer me recitaba mientras la nada se convertía en mi paraíso, asi que volví al principio... Nadie ya no era nadie pero su camino dejó un oscuro sello, mi alma fracturada.