LAS CARAS DE LA VERDAD. 2. El deseo del Alfil

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CAPÍTULO 2. EL DESEO DEL ALFIL

“Aquel hombre solo esperaba un mail de su jefe confirmando un trabajo. No lo conocía pero le daba igual, pagaba demasiado bien como para andar preguntando. A eso de las doce de la noche, y sentado frente a su ordenador, terminaba de fumarse el último cigarro que le quedaba. Al final, llegó el mail: "TERMINA EL TRABAJO, MÁTALO. ALFIL" Debía ponerse en marcha para terminar lo antes posible, debía matarlo en una semana, que era el plazo que Alfil le daba siempre”

Africa estaba sola en la finca, su hermano estaba trabajando, como siempre, Cruz, su madre, había ido a la ciudad a arreglar unos papeles y Emilia tenía el día libre. Era el momento.

La habitación estaba helada y muy oscura. África abrió las ventanas y contempló la habitación de su hermana; estaba todo en orden: la cama hecha, las fotos ben colocadas, el armario con la ropa en su sitio… Durante un buen rato estuvo buscando en armarios, cajones y hasta debajo de la cama, pero no había nada extraño, ni una mota de polvo. África se dio cuenta de que la habitación había sido limpiada pues Sofía era muy desordenada y vivía en un caos permanente.

Después de más de una hora registrando todo, África se acordó de esa habitación tenía algo especial, pues había sido la suya durante muchísimo tiempo. Mientras lo pensaba, se iba moviendo hacia aquella esquina. De rodillas, puso su mano en una losa del suelo, seguía suelta. Con mucho cuidado la levantó, había una caja metálica pequeña. Corriendo bajó hasta su habitación y la guardó en un cajón, porque todos estarían a punto de llegar.

“Alfil fue muy claro, no quería ningún despiste, y, como siempre, quería que no se abriera una investigación judicial. Sólo una persona era capaz de hacer esto. Lucas Grao llevaba 5 años siendo jefe de policía en Palencia y unos cuantos meses trabajando para El Alfil. Cansado de no poder llegar a fin de mes y de mil problemas que tenía encima, decidió aceptar el trabajo que El Alfil le había propuesto, ser su sicario. Sin conocerlo, debía cumplir todo tal y como estaba marcado, un solo fallo significaría su muerte.”

África estaba un poco agobiada en la casa, asique decidió llamar a Raquel, que quedaron para ir a la misma terraza del día que conoció a Leo, que también vendría. Ella pensaba que este chico era bastante simpático, muy listo… y bastante atractivo.

- Hola chicas, siento el retraso pero he tenido que quedarme para averiguar unas cosas- Leo llegó acelerado.

- Hola Leo- África estaba un poco cortada, no podría dejar de mirar esos ojos tan azules.

- ¿Qué horas son estas, Leonardo?-Raquel, lo llamaba así cuando se enfadaba con él.

- Lo siento Raquel. Tengo una noticia que creo que interesará muchísimo a África. Resulta que la jueza Begoña Carrasco ha dejado el tribunal supremo de Madrid y le han adjudicado el provincial de Palencia, desde luego, esta tipa tiene muchísimos contactos. Ha declarado que el caso Sanz, en el que estaba implicada su hermana y tu marido, Isaac, le ha afectado demasiado y no se ve con fuerzas de llevar procesos judiciales tan largos, asique, asegura que así estará mucho más tranquila.

África tenía una mezcla de sensaciones muy extraña: Cada vez que hablaba del caso Sanz le volvían a la mente aquellas imágenes, y ahora tenía miedo de qué podía querer Carrasco.

-Hay muchas más cosas-siguió Leo- pero yo no llevo esa noticia, asique no sé nada pero mañana saldremos de dudas, puesto que viene a la redacción a dar una entrevista.

África no pudo aguantar, estalló y les contó la verdad sobre el caso Sanz, toda la verdad, excepto la forma de morir de Isaac.

-Joder –Leo intentaba hablar pero no podría. – Está claro que Carrasco ha venido aquí buscando algo, a ti.

-Bueno, a lo mejor solo quiere relax, como ella dice. –Raquel intentó quitarle hierro al asunto, pero no lo consiguió.

-Bueno, como te he dicho, hay algo más –Leo estaba dudoso, no sabía si contárselo o no – Resulta que ya tiene un caso asignado, un caso apunto de archivarse y que, según me han dicho, quiere reabrir.

-El caso de la muerte de mi hermana Sofía – África estaba preocupándose por momentos.

-Puedo hacerte un favor –Leo quería arreglarlo – Mañana Carrasco estará, como te he dicho, en mi redacción, ven y habla con ella, adelántate porque si no, te pillará de sorpresa.

Al llegar a la finca, África se fue directa a su habitación, estaba tan preocupada por lo que estaba sucediendo que no se acordó de la caja.

Por la mañana, Emilia la despertó:

-Hola chica, vengo a traerte… ¿te encuentras bien? Tienes mala cara.

-SI, Emilia, no te preocupes… No he dormido muy bien, ¿qué me traes?

-Han dejado esta carta en la puerta, pero no era el cartero. Me voy para abajo, voy a prepararte un buen desayuno para que recuperes las fuerzas.

El sobre no tenía remite, simplemente ponía “África Steve”. Al abrirlo encontró un folio en el que ponía: “Pronto nos veremos las caras. Alfil”. Era una amenaza en toda regla y África tenía claro de quién era; Carrasco se había tomado demasiadas molestias en llegar hasta ella como para tener dudas de quién era la carta. Lo que no entendía era porqué ocultar su nombre tras el seudónimo Alfil.

Cuando llegó a la redacción, África sintió una cierta nostalgia por el mundo que ella había dejado atrás.

-Hola África, hacía mucho tiempo que no nos veíamos- Una voz fría susurró detrás de África.

Begoña Carrasco seguía manteniendo su cara con una sonrisa de superioridad y su mirada por encima del hombro y su excesivo pelo corto, pero estaba mucho más delgada y tenía mala cara.

-No entiendo qué haces aquí, ayer me enteré y he venido a saber qué quieres de mi- África estaba furiosa.

-Y yo creía que te alegrarías de verme. Sé que la última vez no fue en unas circunstancias agradables, pero, como has comprobado, el caso Sanz no te salpicó. Ya lo he cerrado y no hay marcha atrás.

-Te conozco bien y sé que no harás nada por nadie sin tener que pagarte. También sé que llevas el caso de mi hermana, ¿porqué?- África estaba a punto de preguntarle por el sobre con la amenaza, pero esperó.

-Las dos perdimos demasiado hace cinco meses. Cuando me enteré de que tu hermana había muerto, me acordé de mi hermana Beatriz, y le sumé el dolor por la pérdida de Isaac. Me lo planteé y llegué a la conclusión de que no es justo por todo lo que estás pasando. Además, un contacto del juzgado de aquí, de Palencia, me dijo que el caso se iba a cerrar, y no estaba dispuesta a dejar que un asesinato no sea castigado.

-¿Y cómo has conseguido que te den el caso? – África estaba nerviosa, muy nerviosa.

-Bueno, hay que tener amigos hasta en el infierno.

Al llegar a casa fue a destapar la caja de su hermana. Si Carrasco había dicho que eso era un asesinato, debía estar segura. Aunque todavía no sabía cómo tomarse a la jueza; tanta bondad era muy sospechosa.

En la caja encontró solo una cosa, una ficha de ajedrez, un alfil y en la base de éste ponía “IN-PECADO”. Empezó a pensar qué significaba el alfil, ya que una persona que se hacía llamar así le había mandado una carta amenazándola. ¿Estaba Begoña detrás de todo esto?. Quedó con Raquel y con Leo y les contó lo sucedido, pero ellos tampoco sabían dar respuesta. Habían encontrado un hilo, solo faltaba tirar de él.

¿Será Begoña El Alfil? ¿Qué significa IN-PECADO? ¿Porqué la jueza quiere ayudar a África?

Os recuerdo que podéis hablar con África, preguntarle dudas y aconsejarle cosas... No metáis la pata ni le desveléis nada importante

(Vídeo extraído de los Hermanos que se Odian "Enterrarte")