LAS CARAS DE LA VERDAD. 3. Los pecados

CAPÍTULO 3. LOS PECADOS

“En aquel almacén hacía mucho frio. Lucas Grao, el jefe de policía que trabajaba para el Alfil, tenía a su víctima atada, esperando una llamada o una señal de su jefe para matarlo. Al rato, un coche llegó al almacén y Lucas se escondió temeroso de que fuera la policía o de que alguien pudiera reconocerlo. Su móvil vibró casi asustándole “Estoy aquí, no te escondas”. Era un mensaje del Alfil, que había ido al lugar, por fin lo conocería. Al salir de su escondite, un hombre alto y calvo le habló.

- Me manda el Alfil, te espera en el coche, yo me encargo de éste-señaló a la víctima.

Lucas se subió al coche. Casi no pudo hablar, se quedó mudo al saber quién era su jefe.

- Asique tu eres el Alfil. Debí imaginármelo. Tanto secretismo, sería por algo.

- Sí, soy yo y como soy una persona bastante generosa, te he dejado saber mi identidad, y por todo tu trabajo te voy a compensar.

- Ya me pagas por mis trabajos…

- Si, pero ya no me eres útil, asique te voy a matar, pero lo haré sin que te duela, como agradecimiento a tu labor.

Lo siguiente que se escuchó fue un disparo. El hombre calvo sacó el cuerpo de Lucas del coche y lo dejó al lado de la otra víctima, también muerto. El Alfil se bajó del coche y colocó al lado de Lucas, la figura de un ajedrez, un alfil metálico, con un grabado en la parte de abajo que ponía “SACO”. Al lado del otro muerto dejó otra figura “ORGULLO”. Rápidamente, el coche se alejó, Alfil ya tenía a alguien que le hiciera sus trabajos.”

A la hora de la comida, Carlos, el hermano de África, Cruz y ella estaban sentados en la mesa sin mediar palabra, al final, África habló:

- La jueza Carrasco, la que instruyó en caso Sanz, lleva la investigación de la muerte de Sofía.

- ¿Qué? – A Cruz le cambió la cara - ¿Hasta cuándo van a estar con esto? Mi hija se suicidó, lo he dicho por activa y por pasiva, no hay más nada.

- Me voy al trabajo –Carlos se levantó y salió de la sala.

- Pues yo creo que la jueza hará un buen trabajo – África no estaba nada segura de lo que decía pero solo quería ver la reacción de su madre.

- No necesitamos que una jueza de tres al cuarto nos diga que tu hermana se suicidó.

- Esa jueza, del Tribunal Supremo, nos dirá la verdad. Y la verdad es que mi hermana fue asesinada, te guste o no.

- ¿Y qué quieres que haga?- Cruz comenzó a gritar- No soportaría la espera de saber quién es el asesino de mi hija, aun más sabiendo que eso solo empeoraría las cosas, porque sería una guerra que nadie ganaría, no nos la devolvería. No quiero saber nada más del tema, no lo menciones en mi presencia.

Cruz salió de la habitación y el teléfono de África sonó.

- ¿Si?

- Hola África – Era Begoña – te llamaba por si quería tomarte un café conmigo, tengo algunas cosas que contarte que podrían estar relacionadas con la muerte de tu hermana.

- Vale. Quedamos en la terraza de Avenida de los Derechos Humanos, en el Moesia.

- Vale, a las cinco allí nos vemos.

A las cinco en punto llegó África a la terraza, allí estaba Begoña, llevaba unas gafas de sol para no saber a quién miraba.

- Hola, África. ¿Qué quieres de beber? – estaba más gentil que nunca.

- Un café, solo, con azúcar, por favor. – África no estaba tan extrovertida. - ¿Qué querías?

- Mira, han aparecido estos dos cadáveres esta mañana. Uno es Ignacio Aguilera, que seguramente te sonará su nombre.

Cuando África vio la foto lo reconoció.

- ¡Sí! Él trabaja con mi hermano, es accionista de la empresa.

- Exacto. A su lado, Lucas Grao, que también lo conocerás; jefe de policía de Palencia, investigaba el caso de tu hermana, pero lo dejó de lado por algún motivo que estoy tratando de averiguar. Al lado de estos había dos figuras de ajedrez.

- Dos alfiles…

- Si, en el de Ignacio Aguilera ponía “ORGULLO” y en el de Grao “SACO”

- Si, en el de mi hermana ponía “in pecado”.

- ¿Qué? ¿Tu hermana tenía una figura?

- Si, se la enviaron por correo y la tenía guardada en una cajita. Supongo que se la enviaría la misma persona que me envió la carta el día que viniste.

- ¿Qué ponía?

- “Pronto nos veremos las caras. Alfil”. Pensé que eras tú, porque justamente acababas de llegar de Madrid.

- Pues no… Mi trabajo es saber quién es ese Alfil, no serlo yo misma. Todas las personas que han recibido una figura y han muerto están relacionadas, directa, o indirectamente contigo o con tu familia. ¿Quién puede odiaros tanto?

- Ni idea, hacía años que yo no pasaba más de dos días aquí, nunca me he llevado demasiado bien con mi madre, asique no he estado a gusto. Mis hermanos han sido siempre unos egoístas que no miraban más allá de sus narices y mi padre, murió cuando éramos pequeños, Sofía ni siquiera había nacido. Lo que me resultó raro es que el sobre lo habían dejado directamente en mi casa, no había ni rastro ni de sello ni de timbres.

- Pues o Alfil tiene a alguien cerca de tu entorno, o Alfil es tu entorno.

- No creo, ¿quién podría tener algo en nuestra contra?

El teléfono de Carrasco sonó, afirmó varias veces y colgó.

- Mira, me han mandado una información a mi correo. El estado de cuentas de Grao

Begoña sacó su MacBook y se conectó a la red de la cafetería.

- No puede ser. Grao estaba recibiendo cantidades muy importantes de dinero desde hace seis meses, justo antes de la muerte de tu hermana Sofía. Además, tenía demasiado interés en cerrar el caso. Es una corazonada, África, pero yo creo que Grao tiene algo que ver con el Alfil. Te tengo que dejar, me encargaré de mantenerte informada. Cuéntales todo a tus amigos, cuatro cabezas piensan mejor que dos, pero que no digan nada, sobre todo el periodista.

- Ok, no hay problema.

África llamó a Raquel y a Leo, que llegaron a los pocos minutos. África les contó todo, pero no se esperaba lo que dijo Leo.

- Yo me he enterado este medio día de los asesinatos, por eso he estado investigando. Hace unos seis meses y medio, hubo un asesinato similar, dejando la pieza al lado del cadáver. Ponía “GULA”. He estado mirando, y solo he sacado que la Gula es uno de los siete pecados capitales, y en la figura de tu hermana ponía “IN PECADO” o sea, que tiene alguna relación con pecados, cristianismo o incluso una secta. Lo peor será cuando sepas quién es el muerto; Andrés Torrejón, antiguo socio de la empresa de tu hermano.

- Vamos por partes –África comenzaba a saturarse.- Las palabras de las figuras no guardan relación, ¿Saco? ¿Orgullo? Yo no veo eso como pecados, ¿no? Y recuerdo a ese socio, hace varios años que dejó la empresa. Llamaré a Carrasco y que se entere de algo.

Cuando llamó, la jueza estaba muy asustada, le pidió a África que fueran a su casa. Algo malo estaba ocurriendo.

Al llegar, Carrasco estaba más calmada, la policía estaba allí, tomando nota de todo.

- Han entrado en mi casa, no me han robado, pero me lo han desmontado todo – Carrasco estaba muy seria – Me han dejado esto.

Sacó del bolsillo una nota “VETE. ALFIL”

- Está claro que quiere que me vaya de aquí, pero no lo conseguirá, ahora más que nunca quiero encontrarle. No digáis nada de la nota, si se enteran los de arriba que llevo un caso que me está salpicando me lo quitarán. África, ¿me puedes acompañar a mi habitación? No me encuentro muy bien.

Al entrar en la habitación, las dos se quedaron heladas, no podía estar pasando… ¿Eso era un…?

-¡¡¡NOOOOOOOHHHH!!! – Begoña gritó con todas sus fuerzas. África cayó desplomada al suelo.

¿Qué o quién habrá en la habitación? ¿Porqué África está en el suelo?...

Perdón por tardar en actualizar, pero no me gustaba el capítulo que escribí y lo he hecho entero, de nuevo... ¿Quién creeis que es el Alfil? África está esperando contestaros...