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miércoles, 11 de agosto de 2010

Una alegre tristeza de despedida




Muchas veces me han dicho que soy un "escritor" por las cosas que escribo. Hasta hoy no me había dado cuenta de que, en parte es verdad; soy escritor de una de las historias más bellas jamás vividas:

Septiembre de 2007 y sin pena ni gloria me aceptaron, entre risas, llantos y alcohol, viví un momento que yo ya daba perdido en mi vida, tantos sueños y risas con aquellas cabezas locas que me hacían sentir especial, muchas tardes en el pub, cortando trajes a medida.

No todo era bueno, también había momentos amargos, pero los supimos arreglar, con una noche de fiesta y un rato de conversación. En estos cuatro años de mi vida, los mejores quizá, he aprendido a compartir y valorar, aunque no todos se dieran cuenta. También ahora se lo que es ser algo cizañosete, inventar y perseguir sueños, todos juntos como siempre.

Cuando más pasaba el tiempo más gente pasaba por nuestras vidas, buenos, malos, altos y bajos, pero siempre teníamos un lugar para todos. Aquella casa vieja, que al principio nos daba miedo, se ha mantenido siempre en pie por nuestra amistad, porque no había vendaval que pudiera con esos cimientos que tardamos mil noches en construir. Poco a poco la familia crecía y, aun así, íbamos siendo imprescindibles en nuestra vidas, porque no imaginábamos una vida sin nosotros mismos.

Con las historias de Juanito entre risas y espuma, íbamos viviendo el día como si fuera el último. Ahora, echando la vista atrás, mil anécdotas se me ocurren, podría pasarme mil años más contando y contando historias de magia y diversión.Desde un invierno frió, calentándonos los pies, siempre tramando travesuras, colgando flores de papel y cartones de tabaco vacío, cargados de risas en nuestra pared.

Pero el olor a juventud y esa magia se fue yendo, algo normal en la vida, algo de lo que no avergonzarnos, y, una noche me desperté y algo se me cerró por dentro. Desde entonces prefiero vivir en aquellos recuerdos, con mil lágrimas recordando lo que fuimos y no pudimos ser, porque esta historia que hemos escrito finaliza en este epílogo. La continuidad no es clara, quizá exista una segunda parte que nos toque escribir, pero de momento, este joven escritor necesita descansar, andar en solitario para encontrar el lugar donde nos dejamos las buenas intenciones y la amistad, donde adquirimos el egoísmo y la falta de humanidad. Y seguro, amigos, pensareis que me he vuelto loco, que nada ha cambiado, que son cosas mías, pero veréis como al final, todo se marchita, pues no lo dejéis, no reguéis tampoco la planta, dejadla secar, sus días han acabado, pero pronto volveremos a sembrar en jardines distintos, siempre ocurre así. En esa casa vieja dejo mis viejos recuerdos y un pedacito de mi, para ayudar a que, a los valientes que queréis continuar, nunca se os caiga encima.

Esta historia que aquí acaba, no es más que un triste final; el final de una parte de nuestras vidas que tantas y tantas hojas nos han permitido llenar.

1 comentario:

A* dijo...

Haces bien en cambiar de aires si no estas agusto... lo de después Dios dirá